Hay una cierta confusión en la terminología adoptada en época medieval para definir instrumentos de cuerda frotada distintos: la palabra viola se utilizó desde el siglo XV para indicar instrumentos de diferente tamaño y afinación, pero a su lado encontramos su variante medieval viella (italiano) o vielle (francés), junto con fidula (término utilizado en los países de área anglosajona)… El ejemplo que representa esta imagen corresponde a un antecesor de la moderna viola “da braccio”, que se llamaba así (a partir del siglo XVIII) para distinguirla de la viola “da gamba”, instrumento análogo, pero que se tocaba verticalmente, sujetándolo entre las rodillas.
En España tenemos documentos sobre la utilización de diferentes instrumentos de arco desde el siglo XII. Este instrumento aparece esculpido numerosísimas veces, en todas sus variantes constructivas, en capiteles y portadas de media España, y lo encontramos pintado en miniaturas (su primera representación hispana se encuentra en el Beato de la Biblioteca Nacional, pero lo podemos ver representado también en las miniaturas de las Cantigas de Alfonso X el Sabio) o citado en fuentes literarias hispanas medievales (Libro de Apolonio, Libro del Buen Amor.
En la Catedral de Pamplona la viola aparece representada en siete lugares distintos. En todos los casos su apariencia es bastante homogénea, salvo en las imágenes que encontramos en un capitel de la capilla Barbazana y en el primer ángel –del lado izquierdo comenzando por la parte inferior- de la Epifanía de Perut. En estas dos representaciones tiene una forma ovalada, sin las habituales curvas laterales de la caja de resonancia. Este instrumento tiene cinco cuerdas: la única manera de poder tocar la primera y la quinta cuerda con un instrumento oval es que el puente tenga una curva poco pronunciada. El ángel la toca apoyándola en el hombro: es evidente que no se trata de otro instrumento de arco, el rabel, que se toca apoyado en las piernas, como la viola da gamba.